Al fin un viaje de un profesor a un congreso en Madrid me deja unas horas libres. Lo de libres es un decir, porque tengo que aprovechar cualquier hueco para ponerme al día con las prácticas. Pero me permitiré escribir un ratito.
Últimamente tengo la sensación de que sólo escribo para quejarme de la falta de tiempo.
El fin de semana fue de los más completos en mucho tiempo. El viernes con los chicos en casa, con una botellita de Arehucas, la play encendida hasta muy tarde y un poco de conversación. El sábado por la mañana, a la playa, primer baño de 2006, el día increíblemente bueno, sin una sola nube. Después de una merecida siesta, un partido al squash con el Chusinho, en el que me ganó de forma más que tajante, pero me permitió recordar los viejos tiempos. Espero repetirlo el próximo fin de semana. Ya por la noche, sorpresa, visita familiar. Unas cervecitas y unos dardos con mi prima, y el domingo comida familiar (con sancocho incluido).
Eso sí, tan completo que llegué al lunes más que cansado. Aunque ojalá todos los fines de semana sean así de agotadores.
Saludos de martes, con sabor a salitre, a madera, a verano en ciernes, a cambio de hora...