Mudanzas
Son curiosas las mudanzas. En muchos aspectos. Por lo que tienen de simbólico, por ejemplo. Ya son muchas las que he hecho en los últimos años (la vida universitaria tiene estas cosas), pero ésta ha sido especialmente pesada. El tener que cambiar de isla ha tenido mucho que ver, por supuesto. Cuando llegué a Las Palmas, hace ya un porrón de años, fui con lo justo para el curso: un par de maletas, el ordenador y algunos libros. A la vuelta este año traía el coche completamente lleno y dos viajes más de coche hasta la empresa que me envía las cosas "menos urgentes".
Pero se tomaron tan en serio lo de "menos urgentes" que no me llegarán hasta el martes, y eso con un poco de suerte.
Son los inconvenientes de vivir en una isla. El único medio asequible para enviar tantas cosas es mediante barco. Y como en estas fechas los barcos se llenan de gente que viene de vacaciones a Lanzarote (el único modo de traer el coche es usar el barco), se complica bastante el envío de mercancías. Además, cada vez tenemos menos navieras haciendo el recorrido (ahora mismo nos queda sólo una) así que como se estropee el barco nos podemos ver en verdaderos problemas.
Para ejemplo, un botón. Para venir de Las Palmas a Lanzarote tuvimos que hacerlo a través de Morro Jable, en Fuerteventura, que es justo la punta sur, llegar hasta Corralejo que está exactamente en la punta norte, llegar a Playa Blanca, en Lanzarote, que es también la punta sur y de ahí llegar hasta mi casa que está más o menos a la mitad de la isla. Un recorrido lo suficientemente largo para cansar a cualquiera (supongo que en la Península están más acostumbrados a recorridos largos, pero en mi isla hacer más de media hora de coche es empezar a dar vueltas XDDDDDD).
Bueno, no me quejo del recorrido, fue entretenido, pero porque estaba acompañado, que si no.
Saludos de viernes, con saborcito rico a "por fin", a "ya era hora", a karaoke, a risas, y a apuntes amontonados sobre mi mesa...