martes, 20 de junio de 2006

Mañanas

La oscuridad me envuelve, el calor me empieza a agobiar y aparto las sábanas. Mi vista se adapta a las sombras. Las alas recogidas, el alma en vilo. Un pensamiento lucha por salir. Un sentiemiento pugna por escapar.

Doy una vuelta. Intento dormir. Tapo mis ojos con mi brazo. Vuelvo a girar. Abrazo la almohada. Demasiado calor. Pongo un pie en tierra. Pongo el otro. Me acerco a la cocina. Un vaso de agua.

Vuelvo a la cama. Frío. Me tapo de nuevo. El sueño amenaza con volver. No. De nuevo el pensamiento. La duda. El miedo. Y el calor.

Al fin me duermo.

Un ruido. Un olor. De café. Un ladrido. A lo lejos sale el sol. Entra por mi ventana. Pasos en el techo.

Todavía no.

Sueño.

Suena el despertador. Sonido martilleante que me acompaña hace tantos años. No creo que haya sonido más desagradable sin incluir palabras. El agua caliente me invita a dormir. El champú aclara mis ideas.

Ojos hinchados. Pupilas prietas. Peso en la mente y en el corazón.

Me visto sin prisa. Noticias repetidas llenan mis oídos.

Café. Resurrección forzada.

Y vuelvo al dormitorio. No lo puedo creer. No lo entiendo...

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