Sin nada que escribir
Hay días en los que me animo y escribo sin parar en el blog, tanto, que me tengo que limitar. Esos días lleno de borradores la lista de espera, que intento ir dosificando poco a poco. Sucede que a veces esas explosiones creativas quedan guardadas durante mucho tiempo, bien porque no creo que reúnan la calidad suficiente, y los voy cambiando hasta que ven la luz, o porque el estado de ánimo del momento no es el mismo que cuando lo escribí, con lo que espero a que lleguen tiempos más adecuados.
Otros días, como hoy, siento ganas de escribir algo, pero no sé me ocurre qué, y no me gustaría caer en la descripción pormenorizada del fin de semana. Y reflexiono.
Eso sí, no me despido sin compartir un post de Pablo Moreno Galbis, que resume bastante bien lo que explicaba a unos amigos bastante indignados el viernes junto a unas cuantas cervezas. Y es que si creemos en el Estado de Derecho y en las normas, lo mínimo que podemos hacer es cumplirlas. Lo de indignarse no está de más, pero cumpliendo las leyes.
Saludos de domingo con sabor a rebajas de enero, a penas con pan, a incompatibilidad de caracteres...
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