martes, 1 de agosto de 2006

Guardada en el tintero

Hola de nuevo:

Ayer estaba demasiado cansado para escribir por aquí. El fin de semana muy intenso, y el comienzo de semana no lo ha sido menos. Suficientemente liado para no poder dedicar unos minutos a contar mis andanzas conejeras. Pero hoy he podido sacar un hueco.

El fin de semana, como digo, intenso. Prácticamente no paré en ningún momento. El viernes fue la primera fiesta veraniega propiamente dicha. Las echaba de menos. Esas copitas, esas risas, esas conversaciones, esos bailes, esas caras conocidas que llevaba tiempo sin ver, alguna cara nueva. Muy agradable. Pude desconectar durante unas horas de una rutina que empezaba a hacerse pesada.

El sábado fue día de trabajo. Creo que se puede considerar un éxito. Más de 200 asistentes, mucha comida, y muchas conversaciones productivas. Pero acabé tan agotado que me tuve que acostar temprano.

Pero los domingos por la tarde deberían estar prohibidos. Parece que la gente se agazapa en sus casas y desaparecen por unas horas. Menos mal que al final mi primo me salvó del tedio y mantuve una interesante conversación sobre los vinos de Lanzarote (tema muy recurrente el fin de semana, debo decir). Y por la noche un copita en estupenda compañía (la buena compañía también fue recurrente el fin de semana).

Esta semana se presenta interesante. El viernes es el cumpleaños de un gran amigo, que cumple una de esas edades que necesitan de una fiesta importante. Y se presagia una gran fiesta. El sábado se casa otro grandísimo amigo (el primero de mi quinta) así que "agárrense los machos", que el fin de semana viene con curvas.

Saludos de martes con sabor a cerveza, a sonrisas, a momentos compartidos, a despedidas, a bienvenidas, a...

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